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El 2016 asoma desde ya con contratiempos en los tres sectores: en el privado, público y externo. Suena a macroeconomía pura y dura, pero en realidad se pueden colar ahí, en la cotidianidad ciudadana, en el costo de la canasta familiar o en los nervios propios de seguir o no bajo el amparo de un empleo.

Las cosas pintan así: en el sector privado, la inversión y el crédito para las empresas y familias se han desacelerado; en el sector externo, las exportaciones siguen/seguirían de capa caída (4.950 millones menos en un año) y en el sector público, el Gobierno ya dijo que el próximo año lo recibirá con un déficit fiscal de 2.500 millones. Así lo sustentan las estadísticas del Banco Central de Ecuador (BCE).

La pregunta es: ¿vendrán más impuestos? Con eso de que el presidente Rafael Correa ha dicho que gravará más a los “ricos” y que vendrán más revisiones a los subsidios (ya quitó el de la electricidad) a las grandes empresas. En esta época, se atraviesa una “complicada” situación económica, no es el mejor momento, dice José Torres, catedrático de Economía por 20 años en la Universidad de Guayaquil y 18 en la Universidad Laica Vicente Rocafuerte.

Los efectos de imponer más impuestos, explica, los sentirían los sectores de la clase media y popular, pues los “ricos” son los dueños de las empresas que dan trabajo. Hay que ver, añade, el porqué no ha dado resultado el cambio de la matriz productiva, que a estas alturas debería estar compensando el menor ritmo evidenciado en la inversión pública. Mucho más cuando ha habido una caída del ingreso por las exportaciones en un 27 %.

Juan Carlos Díaz-Granados, director ejecutivo de la Cámara de Comercio de Guayaquil (CCG) pide sortear la coyuntura con flexibilidad laboral para los contratos de empleo, disminución de la presión tributaria (relación entre las recaudaciones de impuestos y el PIB) y reducción del tamaño del Estado para atajar la situación. Así las empresas ayudarían a la economía.

Y es que mientras el Gobierno espera el 2016 con un abultado déficit fiscal que resolverá con “creatividad” y sin recortes en el gasto en los sueldos de los empleados públicos, las empresas se aquejan por las restricciones al crédito que podrían limitar su nivel de producción. Oficialmente, los más afectados son el sector productivo y la microempresa con el 30 % menos, en el tercer trimestre-2015. Lo reconocieron así, en una encuesta, las propias EIF (instituciones financieras ecuatorianas) al Banco Central.

En una entrevista a Diario EXPRESO el 4 de noviembre, el gerente general de Banco Pichincha, Fernando Pozo, admite que, en el caso de esa institución -con alrededor del 30 % de la cartera de la banca privada-, ha restringido el crédito, al igual que el resto de instituciones “para mantener un nivel de liquidez adecuado, ya que el principal objetivo del banco es la protección de los depósitos de sus clientes”.

Pero aun cuando los representantes de las cámaras productivas han pedido estabilidad jurídica y reglas claras, como Juan Díaz- Granados, director ejecutivo de la de Comercio de Guayaquil, hay quienes apelan a la esperanza.

Miguel Peña, expresidente de la Cámara de Industrias de Guayaquil y empresario guayaquileño, dueño de Producargo (productora de alcoholes), dice que en su caso, él afrontará el 2016 con optimismo y a la cautela, puesto que el panorama no solo es de orden político, sino a factores externos e incluso climáticos, en alusión al fenómeno de El Niño. Así recibirá las fiestas de fin de año y el año entrante.

Pedido empresarial

La confianza traerá bienestar

El presidente Rafael Correa destacó el superávit “primario” en sus cuentas.

Se refiere a que, el próximo 2016, los ingresos permanentes (impuestos) cubrirán con exceso a sus egresos permanentes (gastos en sueldos y corrientes); incluso tendrá 5.000 millones de excedentes. Sin embargo, cuando se incluye los gastos no permanentes (obras e inversión pública), además de lo que le tocará pagar por la deuda, las cosas cambian y se genera un déficit de $ 2.500 millones.

Los empresarios quieren dar la mano para que, en caso de verse afectada la obra pública, sea el sector privado el que no desaliente el gasto que al final del día, ayudará a echar a andar a la demanda agregada. Solo piden “confianza”.

El Gobierno ha respondido con una ley de alianza público-privado, pero ciertos empresarios la ven con recelo. El índice de confianza empresarial global cayó a 1.182 puntos en agosto de 2015, 3 puntos menos que en el mes previo.

Fuente: Expreso